Pensando en tortugas

Después de mi paso por algunos instantes anteriores, manejo la idea, cada vez más fuerte, de reducir infinitesimalmente el espacio que me separa de todo, especialmente el espacio entre mi piel y todo el resto. Se trataría entonces de reducir la pluralidad a la individualidad, hacerme un fumé de lo real que condense en un instante el espacio existente, TODO el espacio existente. No se trata de morir, sino de trascender. ¿Caben las palabras si el espacio no existe? ¿Son necesarias si no hay al menos dos y un espacio entre medias? o realmente es posible un tiempo interior donde cabe todo, hasta los pensamientos. Me preocupa si las palabras pesan, si al final resultan corpóreas o realmente se trata de un no sé qué inmaterial que toma cuerpo necesariamente en un tiempo y desde luego en una distancia concreta que no puede ser tal que el espacio no se pueda recorrer. Me desdigo de lo no dicho, del pecado de la omisión y creo sinceramente que hay un trecho mínimo en el que lo que me dices tiene sentido y otro en el que se desvanece, pierde fuerza mientras se mueve. Me preocupa entonces: ¿dónde se encuentran las palabras? y si existen previamente o tienen que ser dichas, escritas, pensadas, soñadas, para que así puedan recorrer los tiempos, las distancias precisas y rozar la otra piel y producir entonces el escalofrío, la inquietante sensación del roce en la oscuridad, el susurro inadvertido que no sabemos si habita dentro o fuera de nuestra cabeza. En este instante, en este preciso instante, en el mio que vivo mientras escribo, no en el tuyo cuando lo lees, soy consciente del abismo que supone el deseo de decir, la pulsión irremediable de tocar sin las manos, la impresionante capacidad de llegar atravesando todas y cada una de las barreras que hemos ido levantando para sobrevivir y penetrar los prejuicios, las convenciones, la piel en el penúltimo momento, el adentro del alma si es que esta habita en el cuerpo. En este instante, elijo las palabras que serán dardos, la última resistencia que me permita no morir nunca.